sábado, 17 de noviembre de 2007

prefacio

Normalmente me comunico con palomas mensajeras. Lamento informaros, sin embargo, que el gobierno mexicano -como resultado del último convenio antinarcoterrorista con Estados Unidos- ha decidido prohibir definitivamente la entrada de palomas, sea cual fuere su procedencia o color, en la totalidad de su territorio. Gracias a la compasiva Virgen de Guadalupe Calderón no ha cerrado todavía las fronteras virtuales, así que a partir de ahora, y cuando el tiempo y la localización lo permitan, nos comunicaremos a través de ese perverso invento que es internet. A mis amigas viajeras parece haberles dado buen resultado con anterioridad.

Así que paso a presentaros el plan:

Nos vamos de viaje. De turistas, de cineastas, de investigadores, de guionistas, de justicieros, un poco de todo y un mucho de nada. A un país extraño (perdón, mexicanos). No sabemos exactamente a dónde vamos a ir a parar y aún menos qué vamos a ver, pero aparentemente eso es parte de la metodología en la investigación etnográfica. Confiamos en nuestra buena estrella, en la capacidad de socializar de Marcos, en el caché que da ser española y blanquita, en la resolución de la cámara y en los vidrios ahumados del coche que vamos a usar. Tras aterrizar en México D.F y superar el jetlag (7 horas atrás), cruzaremos los dedos para que no me ponga enferma y compraremos el equipo que nos falta (trípode, micro, cargador de batería en coche, grabadora de voz), o al menos el que nos alcance el dinero, un par de libretas, mantas, tienda de campaña (me dicen que en México es normal acampar en el campo real, y no entre cuatro árboles especialmente plantados para dar sombra), bolígrafos, ordenador-es (gracias a Nieves he adquirido el ordenador más deliciosamente retro y me propongo demostrar que es posible escribir el mejor guión del mundo sin un Mac ultrafashion y con menos de 400 MB de memoria), hacer acopio de mapas de carreteras, cámara de fotos, móvil, pasaporte, cepillo de dientes, y un largo etcétera. Y una velita a la Virgen, la que sea.

¿A dónde vamos exactamente?
A dónde Marcos diga y a dónde Altea le desvíe. La ruta prevista es (agarrad el mapa) D.F-Villahermosa-San Cristobal de las Casas-Salina Cruz- Acapulco- La Parota- D.F. Un bonito círculo, ¿verdad? Con parada en los dos grandes oceanos y, esperemos, algún cocotero por el camino bajo el cual hacerme una foto y daros envidia.

¿Qué vamos a hacer exactamente?
Exactamente, exactamente…euh. Marcos va a intentar poner en práctica extraños métodos de investigación que se parecen sospechosamente al turismo alternativo y yo voy a desenfundar la cámara mientras espero fervorosamente que nadie me dispare por ello. De puertas para fuera, eso es lo que él llama “una tesis” y lo que yo denomino “un documental”. Oh, que maravillosamente interdisciplinario.

¿Qué buscamos?
Presas, personas, molinos de viento, cocoteros, opiniones, energía hecha imagen, sentimientos hechos voz.

¿Qué va a pasar?
Ni idea.

1 comentario:

tamara dijo...

Suerte Altea!!!

Seguiré tus pasos por aqí ;)

Tamara